Hoy en día, el cinismo está de moda. Algunos lo toman como requisito para sobrevivir día a día en este mundo de locura. La modernidad con su ritmo despiadado ha convertido a las personas en entes que funcionan en automático; se espera realizar infinidad de tareas a cada momento, realizar varias cosas a la vez es sinónimo de eficiencia. ¿Pero cuál es el costo de todo esto? 

Enfocándome en las relaciones interpersonales y el cortejo, la impaciencia y desesperación del ámbito profesional y académico, logra penetrar hasta las actitudes que tomamos en busca de la felicidad. Realmente ¿cuántos hombres y mujeres se han cortejado dulcemente? Las cartas románticas han sido sustituidas por comentarios en el perfil que tiene en una red social (y por favor tomar en cuenta que el comentario debe ser lo suficientemente ambiguo, pero comprometedor a la vez para despistar a los amigos, pero lograr entablar una conversación coqueta con su punto de interés), ocasionales mensajes de texto tratando de persuadirla (o) a involucrarse con usted, reuniones en lugares públicos que permitan mostrar qué tan interesante es. 

Muchos pueden argumentar que obviamente la metodología ha cambiado porque el tiempo nunca se detiene, pero bien, acabo de ver (por 5ta vez) Orgullo y Prejuicio y la naturaleza del cortejo en el S. XVIII me parece tan romántico; es ideal. Sí, las mujeres debían comportarse a manera de lograr la atención de un hombre que tuviese una fortuna que garantizara un buen vivir, pero aún así, todo destila un romanticismo que cuesta encontrar hoy. Si bien el objetivo es el mismo, encontrar una pareja de su agrado, rara vez se oye

Debo decirle: me ha embrujado, cuerpo y alma, y la… la… la amo. No deseo jamás apartarme de usted desde este día (Darcy a Elizabeth Bennet).

La ambigüedad de las declaraciones de amor (si oso llamarle así a lo que tratan de hacer creer es lo que confiesan) caen en lo incomprensible y temeroso, lo suficientemente cauteloso para proteger el corazón de cualquier rechazo.

Es cierto que no es sólo el hombre, la mujer también peca de apática y desconfiada, pero no creo que ninguna mujer puede tener un corazón de piedra al oír 

Señorita, he luchado en vano y no lo puedo más tolerar. Estos pasados meses han sido un tormento. He venido…con el único objetivo de verla… Tenía que verla. Por favor, póngale un fin a mi agonía. La amo. (Darcy a Elizabeth)

La rosa sobre la cual el hombre posa sus ojos no merece nada menos. Una carta romántica, una flor recién cortada, un gesto amable y encantador, una visita inesperada, ver un atardecer en un lugar remoto; tantos gestos que demuestran auténticamente un sentimiento tan puro como es el amor.